La mucosidad es un mecanismo de defensa que es presente en niños y niñas muy a menudo. Una vez descartamos que la mucosidad no esconde cualquier otra complicación, pueden poner en marcha algunos consejos para hacerlos desaparecer lo antes posible.
- Hidratar: Cuando hay mucosidad alimentaremos los bebés con leche materna y a demanda. Si el niño es más grande beber agua, zumos u otros líquidos cómo cena de manera constante ayudará a hidratar la garganta que en los procesos de mocos se reseca y hará que líquidos ayuden que se tragan las flemas, disminuyendo el riesgo de complicaciones. Además, mantener una buena hidratación es muy importante porque cuando hay mucho moco normalmente pierden el hambre y pueden vomitar.
- Lavados nasales: Para hacer estos lavados usaremos suero fisiológico capaz de descongestionar la nariz y disolver la mucosidad. Cuando existe moco se tiene que mantener una buena higiene nasal y si el niño es muy pequeño y todavía no sabe escupir las flemas y estas son visibles, podemos ayudarlo introduciendo una gasa en la boca de forma que la flema se enganche a la gasa y sea más fácil retirarlo.
- Ventilar el ambiente y mantener la humedad: Cuando hay moco tenemos que ventilar la habitación y hará que el niño respire aire puro fuera. Además, es aconsejable utilizar un humidificador en la habitación del niño o niña con mocos.
- Posturas para frenar la sensación de ahogo: La postura semiincorporado tanto si está despierto cómo si duerme es la mejor postura. Si es un bebé utilizaremos el porteo, puesto que el niño se mantiene de pie.
- Visitar un fisioterapeuta respiratorio: podemos recurrir a esta figura que posa en práctica diferentes terapias para aligerar la mucosidad del niño y que enseñe técnicas que podamos hacer los adultos a casa.