Las relaciones entre los hermanos empiezan en la niñez y se extienden a lo largo de la vida. Los hermanos son unas de las personas más importantes que tenemos a la vida con una relación muy estrechada. La relación entre hermanos es la primera interacción con el mundo social. Los hermanos tienen que convivir en la misma casa, a menudo en la misma habitación y compartir experiencias, alimentos, ropa y mucho más. También tienen que compartir padres, abuelos y abuelas, tíos y tias y a veces pueden surgir ciertos celos.
Además, la relación durante la infancia y adolescencia depende de la relación que establecerán cuando sean adultos y afectará la relación con otras personas. Para intentar frenar los celos, tenemos que poner en marcha una estrategia contra este sentimiento normal pero tóxico.
- Como adultos que somos tenemos que ser capaces de comprender los celos como un proceso normal. Aunque este sentimiento no es positivo es normal. En el caso del primer hijo acostumbrado a tener los padres disponibles solo para él, la llegada de un nuevo miembro es difícil de asumir y necesita comprensión y paciencia de los padres. Aunque hayamos trabajado los celos antes de la llegada del nuevo hermano o hermana, estos pueden aparecer en el mismo momento o más adelante. Los celos puede aparecer de manera agresiva hacia el nuevo integrante y hacia los padres, hasta hacer una regresión de aspectos ya conseguidos como comer sólo, hacer pipí solo... Si sucede tenemos que ser respetuosos aunque sean una situación indeseable y pesada.
- Si se producen peleas tenemos que actuar con el objetivo de frenar estos enfrentamientos y cohesionar su relación. Tenemos que dejar que hablen, tomen decisiones y se relacionen. Después dialogaremos con los dos para averiguar que pasa, sin juicios previos y escuchando las dos versiones. En todo momento tenemos que ofrecer apoyo a los dos, buscar soluciones y que expliquen que sienten y que necesitan.
- A menudo es desgastador y difícil afrontar estos cambios pero tenemos que ser conscientes que somos los adultos y tenemos más herramientas. Tenemos que guiarnos por el instinto y el sentido común y si no sabemos por donde ir, buscar ayuda.
- Siempre hay que poner límites ante un comportamiento violento e impulsivo de un hijo hacia otro. La violencia y la agresividad no se tienen que permitir en ningún caso y no las frenaremos con más violencia por parte nuestra ya sean gritos, castigos, tortas... si no estamos reforzando que la violencia es la vía correcta. Aunque sea muy difícil tenemos que hacer un esfuerzo, expresen sus emociones y darlos pautas para resolver los posibles conflictos de otro forma.
- Para que no aparezca este sentimiento tenemos que pasar tiempo sólo con cada niño. Aunque se trate de poco tiempo tenemos que ser capaces de encontrar un espacio para estar a solas con cada hijo sin exigencias, un momento para disfrutar del otro, jugar, comunicarnos con ellos y reforzar la relación.
- Cada niño o niña es diferente y necesita su propio espacio sea una habitación o una zona de la habitación, para que tengan su lugar.
Tratar los celos no sólo mejorará la relación entre hermanos y la vida familiar, sino que la familia estará más unida y creará un comportamiento para toda la vida.