Edad recomendada: de 3 a 8-10 años
A mis pequeños los vuelven locos los pingüinos desde hace años... Es por eso que quise montarlos un escenario de juego que hiciera referencia a este mundo para ofrecerlos la posibilidad de inventar sus historias utilizando materiales que habitualmente no se consideran juguetes y que, por este motivo, los abren nuevas posibilidades de exploración y juego.
Los pequeños mundos o mine mundos (small worlds) son pequeños escenarios de juego simbólico con los cuales los niños imaginan mil aventuras donde los personajes que tienen en las manos son los protagonistas. Son claros estimuladores de la imaginación y si, además de hacer propuestas innovadoras, los materiales utilizados no son juguetes preparados para los niños, sino que se trata de materiales poco habituales en el juego infantil, la experiencia es mucho más interesante y creativa. La curiosidad para explorar los materiales los ayuda a mantener el interés por el juego y ya se sabe que una cosa trae a la otra
Para crear el nuestro mine mundo ambientado a Pol Sur, estuve un tiempo recogiendo todo tipo de envases blancos y bloques de porexpan de varios embalajes. Estas fiestas que venden no tendréis ninguna dificultad a recoger de todas formas y medidas, y si no, siempre podéis pasar por algún comercio local y pedir. Os recomiendo que los guardáis todos porque nunca se sabe qué construcciones pueden hacer: montañas, iglús, túneles Cuanto más variedad los ofrecéis a vuestros hijos, más rica será la experiencia.
Acompañé los envases de color blanco con algunos papeles de regalo reciclados de colores fríos y plateados, y además, puse una bandeja con un papel metalizado azul y unos peixets de colores hechos con goma eva para simular un lago.
El conjunto se complementó con unos pingüinos que ya habíamos hecho hacía un tiempo, a raíz de la pasión que estos seres los despertaron después de descubrir dos álbumes ilustrados, un cortometraje y una película sobre estos animalets.
Encuentro que antes de ofrecer en los pequeños un escenario de juego nuevo para ellos, hace falta que tengan un chico de bagaje previo sobre el tema para darlos un punto de partida. En nuestro caso, el maravilloso cuento Perdido y encontrado de Oliver Jeffers y el cortometraje que se hizo, fueron los claros detonantes, puesto que destilan magia y valores entrañables por todos lados. A partir de aquí, el cuento Arriba y abajo del mismo autor, la película Happy Feet y una visita al Acuario de Barcelona, fueron vistiendo el interés hacia este mundo de hielo.
El día que ofrecí a los niños el escenario de juego no lo olvidaré por la alegría que mostraron y todo el que experimentaron, desarrollar y probar con la propuesta. Amontoné los materiales en varios pilonets clasificados sobre una sábana de color crudo y como por arte de magia, el juego se desarrolló a solas, sin mi intervención.
Hicieron un montón de construcciones con los bloques de porexpan: torres imposibles y de formas capricioses llenaron la sala, cada uno las hacía cuanto más le gustaban. El lago helado de la bandeja fue todo un descubrimiento para el pequeño: los pingüinos comían pescados y se bañaban al agua fría del estanque Después vino la construcción de los iglús, pequeñas casetas para los pingüinos de nuestra familia.
Para acabar la sesión, acabaron construyendo coches con una bandeja de porexpan blanco y un volante hecho con un bote de plástico y recorriendo Pol Sur muy motorizados si incluso construyeron carreteras!
La propuesta tuvo mucho de éxito aquel día y los siguientes. De hecho, me la piden de vez en cuando y me pongo a recoger material para satisfacerlos. Costa tanto poco y es tanto gratificante ver como juegan entregados a un juego tranquilo y creativo...
Si no tenéis pingüinos o queréis hacer algunos vosotros mismos para preparar el tema, podéis hacer estos senzillets de cartulina que propongo con estos materiales: tijeras, pegamento en barra para los niños, pegamento rápido para mí, cartulina negra, cartulina naranja, cartulina blanca y ojos móviles pequeños de color negro. Os dejo aquí los patrones que usamos.
Recortamos los patrones de las cartulinas y los enganchamos al suyos lugares con el pingüino desplegado en horizontal, después lo atornillamos (si queréis darle más consistencia, podéis engancharlo todo encima el cartón de un corro de papel de wc, pero tendréis que adaptar el patrón) y por último, a la parte de debajo, hicimos unos cortes para tener unas pestañas que enganchamos a los pies de color naranja.
Recomiendo esta experiencia por niños de 3 a 8-10 años. Es importante que sean pequeños que ya no se pongan objetos a la boca y que estéis en todo momento para supervisar el juego. También recomiendo que en el espacio en el que ponéis lo mine mundo, no haya mucho juguetes que los puedan distraer y que no preparáis la sorpresa cuando están esperando llegar a casa para estrenar los juguetes nuevos, puesto que, las estrategias comerciales son muy llamativas y harían que los niños perdieran el interés por una propuesta como esta, puesto que los exige tranquilidad y tener que imaginar qué quieren hacer con los elementos de que disponen.
Enlaces de referencia:
- Nuestra experiencia personal con el primero Pol Sur de casa nuestra: clicáis aquí
- Nuestra experiencia personal construyendo pingüinos de cartulina: clicáis aquí
- Trailer del libro Perdido y encontrado del editorial Andén de 51 segundos: clicáis aquí
- Enlace a Argus , el catálogo de Bibliotecas Públicas, para saber donde hay ejemplares disponibles en préstamo de Perdido y encontrado: clicáis aquí
- Trailer de Happy Feet de 2'23 minutos: clicáis aquí
- Enlace a TotsRucs desde donde se puede saber cómo es el cortometraje Perdido y encontrado: clicáis aquí