Crear vínculos con los niños por cuando dejen de serlo

Hay una fecha, hora y lugar para empezar a trabajar los vínculos con tus hijos?

Cuando los niños son pequeños su mundo depende totalmente de los adultos.  Traen la ropa que los compramos, comen aquello que los cocinamos, van donde nosotros vamos y, en definitiva, hacen el que creemos que es más conveniente.

Los padres tenemos tendencia a pensar que esto será eterno, que siempre nos necesitarán y que nuestro vínculo con ellos se mantendrá inalterable… Pero los vínculos, como todo a la vida, también se tienen que trabajar.

En los primeros años de vida, es sencillo: dar el pecho, el biberón, cantar canciones con ellos, compartir el rato del baño, leer el cuento de la noche… Son momentos que nos unen a los hijos. Ellos nos los reclaman constantemente y a nosotros, a veces se nos hacen pesados porque las obligaciones diarias no siempre nos permiten disfrutar bastante de estas situaciones que años después seguro que echaremos de menos.

Pero las cosas cambian y a medida que crecen, su interacción con el resto del mundo se va ampliando. Poco a poco verán otros modelos que no somos nosotros y de forma imperceptible irán dando más importancia al que piensan sus iguales que al que pensamos nosotros. Es ley de vida y así es como tiene que ser, a pesar de que por una extraña razón, a los adultos a menudo nos acostumbra a coger por sorpresa. El caso es que la sociedad actual va a un ritmo rápido y los niños de hoy dejan de serlo cada vez más bien.

Qué podemos hacer cuando nos damos cuenta que los niños ya no quieren depender tanto de nosotros? Si queréis fortalecer el vínculo con vuestros hijos cuando llega la preadolescència y, sobre todo, crear una buena base de diálogo por cuando la adolescencia aparezca y se apodere del espíritu de los niños y niñas que todavía son ahora, os proponemos una serie de actividades que pueden ayudar a consolidar el vínculo entre vosotros.

Sólo hacen falta dos ingredientes básicos: tiempo y paciencia para potenciar una relación entre padres e hijos que con más o menos intensidad tiene que entrar en crisis cuando la adolescencia aparezca de pleno a vuestras vidas.

Estas son algunas de las cosas que aconsejo a los padres y madres de mis alumnos de 5è, que podemos adaptar para que resulten válidas por otras edades…

1.- Ver alguna serie o programa de moda con ellos resulta muy útil.

Une fuerza y ayuda mucho a tener conversaciones relajadas que dan pie a comentar situaciones diversas sin entrar en discusiones. Los concursos tipos La Voz, Vaso Talento, OT, tienen mucho éxito entre niños y adolescentes y se pueden programar para ver en horarios adecuados. Tienen el peligro de fomentar la mitomania, pero verlos en familia permite pasar un rato distendido que podemos aprovechar para destacar determinadas actitudes de los concursantes, reprobar comentarios irrespetuosos, hablar de la frivolidad de determinadas maneras de hacer, fomentar un espíritu crítico sano y aprender a hacer valoraciones argumentadas.

2.- Lectura compartida.

Si de pequeños la lectura de cuentos antes de dormir era prácticamente un ritual, podemos seguir con este hábito. Es cierto que encontrar el momento a veces es difícil, pero os aconsejo que lo probáis.

  • Entre los 10 y los 12 años hay un libro genial: "Cuentos para estimarte mejor". Son un puñado de cuentos breves, muy ágiles de leer que os encantarán. Cada cuento tiene una reflexión para comentar situaciones extrapolables a la vida real.
  • A partir de los 12 años os propongo que suprimís la lectura de libros para ver vídeos de los youtubers que siguen.

3.- Conocer su música.

Escucharla con ellos, cotillear los videoclips y compartir listas de Spotify, es una manera de estar conectados en su mundo.

Quizás no nos gusta el que miran o escuchan, pero probablemente no dejarán de hacerlo. Cada familia tendrá que poner los límites que considere.

Por lo tanto, conocer el mercado y saber a que tienen acceso, nos ayudará a situarnos, a opinar y a reflexionar.

4.- Planificar juntos los derechos y obligaciones familiares.

Cada familia es un mundo y tiene unas particularidades que dependen de su realidad. Los horarios de todos los miembros de la familia se tienen que cuadrar y hacerlo juntos ayuda a asumir responsabilidades.

5.- Predicar con el ejemplo.

Como adultos que somos, tenemos que procurar ser coherentes con aquello que queremos inculcar.

No nos tenemos que castigar si en alguna ocasión no resultamos tan impecables, pero hará falta que seamos cuidadosos.

Si no queremos que nuestros hijos nos mientan, no nos tendrían que ver mentir. Si queremos que sean respetuosos, nosotros también lo tenemos que ser y así con todo el que pretendamos inculcar.