De cada 13.000 nacimientos un niño es albino o albina. El albinismo es la mutación genética cuando existe ausencia congénita de pigmentación, es decir, cuándo no hay melanina. Gregorio Mendel descubrió esta dolencia hereditaria a finales del siglo pasado. Mendel vio que esta alteración se podía ser transmitida de padres a hijos con un aspecto aparentemente normal, pero portadoras de este factor hereditario escondido.
Quién sufre albinismo lo sufre de por vida, por lo cual es importante tomar precauciones desde el primer momento y más teniendo en cuenta que la medicina ofrece pocos recursos por quien sufren esta dolencia. Por esta razón, los niños con albinismo, cómo los adultos, tendrán que refugiarse del exceso de luz y los rayos de sol, puesto que sufren hipersensibilidad, por el que tendrán que usar cremas protectoras y ojeras de sol apropiadas. Muchas veces las personas albinas sufren problemas oftalmológicos, como miopía o hipermetropía.