En la época de pandemia que estamos viviendo se ha desatado otro tipo de crisis que está afectando gravemente a nuestra sociedad. Hay que denominarlo por su nombre, no puede ser de otro modo, el suicidio.
A España se producen 11 suicidios diarios y la pandemia no ha ayudado, ha hecho que se disparen. Podemos decir que el suicidio, es hoy la "pandemia silenciosa" que se está cobrando más vidas de jóvenes que la Covid-19. Hay dos aspectos importantes que me parecen interesantes a tratar en este artículo.
En primer lugar, el índice de suicidios que en 2020 fue la segunda causa de defunción entre los jóvenes españoles de 15 a 29 años; y, en segundo lugar, la necesidad de salvaguardar, esconder y no nombrar la realidad.
En relación con el primer aspecto, es cierto que actualmente vivimos en una sociedad muy patológica y no tan solo por la Covid-19 y sus múltiples variantes, sino también por la salud mental de la sociedad que actualmente está más "enferma" que nunca. Depresión, ansiedad, estrés, miedo o ideas suicidas, entre otros muchos síntomas, son actualmente los signos de alerta que más estoy viendo a mi consulta. No nos engañamos, siempre han existido, aunque posiblemente se han agudizado y masificado en la sociedad actual.
Un aspecto positivo, si se me permite valorarlo de este modo, es que el ser individual ha empezado a sentir inquietud por su salud mental y los mecanismos que influyen en esto. Tal aspecto ha repercutido al disparar la demanda de asistencia psicológica.
Los profesionales de la salud mental estamos desbordados por el alta demanda, en cierto modo sorprendidos en cómo la sociedad está cambiando positivamente dando más importancia a su salud mental, pero a la vez preocupados por la gravedad de casos que llegan a la consulta.
¿Es posible que está grave patologización mental de la sociedad sea causada por un abandono prepandemia? Quiero invitar a reflexionar, venimos de una sociedad en prepandemia que no se preocupaba tanto por su salud mental y es posible que estemos pagando las consecuencias de esto después de un hecho tan impactante y que ha cambiado nuestras vidas.
En relación con el segundo aspecto, considero que existe una palabra tabú en el contexto social, el suicidio. Actualmente, se le está dando más visibilidad en los medios de comunicación, si bien todavía nos queda mucho camino para recorrer. No tenemos miedo a anunciar que alguien ha muerto por una dolencia orgánica, cómo un cáncer, pero sí cierto pudor cuando hablamos de un suicidio. Una depresión profunda no tratada puede llegar a desembocar en un suicidio. Con esto quiero ejemplificar que una dolencia mental, por varios motivos, también puede llevar a una defunción. Un suicidio puede darse por diferentes y complejas causas, una de ellas puede ser una dolencia mental.
Es muy importante asumir, aceptar y realizar un luto, aunque este sea complejo dado el motivo, posando nombre y apellido a las situaciones.
En poco tiempo he vivido dos pérdidas próximas e inesperadas en esta dirección. Como sociedad tenemos que dejar de estigmatizar, escondernos, avergonzarnos y juzgar, puesto que es el único camino hacia la salud mental y la libertad.
El suicidio y la conducta suicida también se pueden prevenir e intervenir.
Unidad de Salud Mental de Grupo Policlínic
Psicóloga Claudia Aineto Roig
Psicóloga especializada en Neuropsicología Clínica.
Colegiada 23.407 COPC