El lenguaje es aquello que nos hace humanos y diferentes de los animales no racionales y es básico tener cura, y tener cura desde el primer año, desde el primer mes y desde las primeras semanas.
En un entorno familiar y amistoso libre de gestos y palabras feas e irrespetuosas será más fácil que nuestro hijo se adapte y adopte un lenguaje más adecuado a su edad, más rico, más sano, más fin, más educado y más digno.
La palabra es importantísima, porque es un reflejo del pensamiento, cosa que a veces olvidamos o no somos conscientes. Hace falta, pues, estar atentos a cualquier posible brote que lo pueda dañar o malograr, y dejarle bien claro que «esto no se llama», porque no hace ninguna gracia que nuestro hijo aprenda una cosa fea, al contrario, le saca personalidad, y además deja de ser un niño inocente con una mirada neta, una mirada que no podemos tolerar que nadie le robe.
Resumiendo, no digamos palabrotas ante sede ni permitimos que lo haga la gente de nuestro entorno