Lo leía al diario hace muy poco: "España ha bajado 20 puntos en educación financiera desde 2012". Es grave, porque tomamos decisiones financieras personales prácticamente cada día. La mayoría de ellas tienen poca trascendencia en nuestra economía, otros quizás más. En muchos casos nuestros hijos tienen un cierto protagonismo, porque sacan el que alguien denominó "el murmullo de las paredes": los niños son como esponjas, y van incorporando a su manera de hacer todo el que ven de manera inconsciente, también en decisiones económicas. Por este motivo, considero que la educación financiera para los hijos tiene una gran importancia, porque proporciona un espacio para confirmar la conveniencia de algunos de los hábitos que han visto o, por el contrario, alertar de los posibles perjuicios otras decisiones.
Lamentablemente, a veces con clientes tengo la sensación que las finanzas son como un tipo de tema tabú del cual no se habla con los miembros de la familia. De alguna manera, recuerda la educación sexual que, en su momento, costó tanto de normalizar.
En la actualidad, casi todos acabamos gestionando el propio dinero. Dentro de nuestra vida laboral esta cifra, en su conjunto, puede estar de media alrededor del millón de euros de ganancias (si consideramos un salario mensual aproximado de 2.000 EUR según datos INE 2016 durante unos 40 años de actividad profesional).
Si bien es cierto que ya hay una buena conciencia social que el mejor legado que podemos ofrecer a nuestra descendencia es la formación (por eso hagamos el que haga falta para pagarlos toda la educación reglada que podamos, dentro de nuestras posibilidades), hace falta no perder de vista que la educación financiera es especialmente importante.
De la mano de programas como por ejemplo el EFEC (Educación Financiera a las Escuelas de Cataluña), algunas escuelas están empezando a aportar su gra de arena en esta parcela educativa, pero el grueso de la formación de nuestros hijos en este aspecto nos corresponde a los padres.
Se acerca el verano y dispondremos de más tiempo para compartir en familia, y hay varios temas que se pueden comentar de manera distendida mientras paseamos relaxadament o durante una buena sobremesa.
propongo algunos, el contenido de los cuales se pueden adaptar a la edad de cada hijo:
- Cómo obtenemos el dinero que se gastan a la familia cada mes.
- Enseres financieros de los cuales disponemos: cuentas bancarias, tarjetas de crédito, etc.
- Ventajas de ahorrar, y qué tipos de ahorro existen.
- En qué condiciones puede ser interesando endeudarse.
- Los beneficios de establecer prioridades en los gastos familiares.
De manera similar, los adolescentes de la familia se pueden ir acostumbrando a gestionar algunas de las decisiones económicas, como por ejemplo:
- Distribuyendo el presupuesto asignado a la celebración de una fiesta de aniversario con los amigos.
- Repasando qué gastos comportan las vacaciones y cómo se pueden cuadrar estas con el dinero asignado a ellas.
- Entendiendo qué representa la compra de ropa en el conjunto de los gastos, y cómo se traduce esta en poder ir vestidos a nuestro gusto.
Enseñar a los otros (y ya no digamos a los hijos) es una gran responsabilidad que obliga a dominar y tener muy claro el que se quiere transmitir. Este hecho puede abrir un tiempo de reflexión sobre sí el que se hace a nivel financiero a la familia es lo más adecuado. A conseguir somos especialistas al acompañar en este proceso a nuestros clientes.