El mes de febrero forma parte de la temporada de la alcachofa. Esta verdura típica del otoño y el invierno que se puede preparar hervida, al horno, a la brasa, freída, adobada, enlucida, saltada, al vapor, en crema, en guisos, en tortilla y cruda siempre que se corte muy fina, es muy suculenta. La alcachofa permite muchas maneras de consumir y se puede comer como primero o como complemento de un segundo plato y se puede aliñar con aceite, limón, sal, pimienta, las combinaciones son múltiples y buenísimas.
La alcachofa es dulce y amarga a la vegada el que la dota de un sabor único, pero también de unas propiedades que la hacen idónea para tener cura de órganos muy importantes como el hígado, el corazón y el aparato digestivo, sea para un niño o por un adulto. Así, entre sus compuestos amargos destaca la cinarina, que estimular la producción de bilis, mejora la digestión y ayuda a reducir el colesterol y a regenerar el hígado. Mientras la parte dulce aporta inulina, un prebiòtic natural que regula el azúcar sanguíneo y equilibra de la flora intestinal.