La preeclampsia es una condición que afecta entre el 2 y el 10 % de las embarazadas, según la Organización Mundial de la Salud, que apunta que su prevalencia es siete veces superior a los países en desarrollo que en desarrollados.
La preeclampsia puede afectar diferentes órganos cómo el cerebro, el hígado o el riñón y se caracterizan por una alta presión. Se trata de una elevada y repentina presión arterial, que con la aparición de proteínas a la orina puede poner en peligro el desarrollo del bebé y la salud y, poner en riesgo la vida de la madre. La incidencia de la preeclampsia aumenta con la edad de la madre, la obesidad, las técnicas de reproducción asistida y en pacientes afectados por otras patologías, cómo la hipertensión o la diabetes.
Esta dolencia estacional se puede desplegar en cualquier trimestre del embarazo, aunque normalmente se diagnostica a la semana 20 con varios síntomas cómo:
- Alteraciones visuales, dolor de cabeza, ganas de dormir y otras condiciones neurológicas
- Mal en la zona del estómago o a la zona derecha del lado, a la altura del hígado
- Insuficiencia de orina
- Náuseas y vómitos
- Abultamiento en manso, cara o pies
Determinadas alteraciones pueden verse en una analítica de sangre que pueden alertar de una posible preeclampsia:
- Plaquetas bajas
- Datos que sugestionen insuficiencia renal
- Incremento de transaminasas hepáticas