Los primeros meses de la vida del lactante pueden ser muy plácidos, pero algunas veces pueden llegar a ser una tortura física y emocional por los padres. El solo hecho de tener un nuevo inquilino en casa, tan pequeño y desconocido, ya genera un mar de dudas sobre sus curas básicas. Si se añade que en ninguna parte de ser una criatura tranquila que sólo come y duerme, resulta que es ploranera, vomita, duerme poco, y nada del que hacemos la consola, el drama familiar está asegurado. Además, esta situación, que no es poco común, genera un periplo de visitas al pediatra o a los servicios de urgencias de los hospitales, que no solucionan el problema; de excursiones a la farmacia a horas intempestives en busca de remedios milagrosos y/o de leches especiales (anticòliques, digestivas, antirefluxe, sin lactosa, hidrolizadas, etc...) que tampoco funcionan; masajes cràniocaudals, homeopatía, etc... con el que los padres todavía acaban más desorientados.
La mayoría de estos trastornos no responden a ninguna enfermedad ni a ninguna intolerancia alimentaria, sino que son la expresión de una situación normal determinada por la edad, y no tienen ninguna repercusión en el crecimiento adecuado de la criatura. Se resuelven con el paso del tiempo, pero es fundamental que los padres los conozcan porque los puedan afrontar con tranquilidad y sentido común.
Cuáles son estos trastornos?
Quizás los más conocidos son los cólicos y el reflujo gastroesofàgic, pero hay otro trastorno, menos conocido pero que también genera la preocupación de los padres, que se denomina disquècia o estreñimiento funcional del lactante.
- El cólico del lactante
Estrictamente se define como el llanto inconsolable de más de 3 horas de duración que se da al menos 3 golpes por semana durante al menos 3 semanas. A la práctica los pediatras lo consideramos ante un lactante sano con llanto que los padres consideran excesivo e inconsolable, que aparece sobre las 2-4 semanas de vida, de predominio vespertino, y que se resuelve de manera espontánea alrededor de los 3-4 meses. Los padres suelen explicar que el llanto se acompaña de movimientos de encogimiento de las piernas, de ruidos a la barriga y de emisión de gases.
A pesar de los adelantos del conocimiento científico, la causa de este trastorno no se conoce, a pesar de que a menudo se habla de una inmadurez del sistema digestivo.
La misión del pediatra ante un niño que llora en exceso, es identificar los casos en los que este llanto es debido a una situación patológica, y en el resto de casos, informar de la benignitat y de la evolución del proceso, tranquilizar a la familia, evitar pruebas innecesarias y medidas terapéuticas de dudosa eficacia, y dar herramientas para afrontar los momentos críticos.
No hay ningún medicamento que haya demostrado eficacia en el tratamiento de los cólicos. En el caso de cólicos muy intensos sí que está justificado retirar las proteínas de la leche de vaca de la dieta durante unos días (dieta exenta de leche y derivados en las madres que dan pecho o cambio a una fórmula hidrolizada en el caso de los lactantes alimentados con fórmula) y valorar la respuesta, puesto que en algún caso el llanto excesivo puede ser una manifestación de la alergia a la proteína de la leche de vaca. Fuera de esta situación concreta, el resto de casos no tienen un remedio 100% eficaz. No obstante, hay algunos consejos que pueden ser útiles para afrontar los cólicos.
El primer consejo y más importante es no pretender que el niño deje de llorar. A partir de aquí, lo podemos acompañar de la manera que creemos que se siendo más confortable. Hay madres que amamantan que explican que la única manera que la criatura esté más tranquila es succionando el pecho mucha rato, aunque al final acabe vomitando por sobreeiximent. Algunos padres explican que los funciona salir con el coche a dar vueltas por el barrio, algunos los calman con el baño, algunas parejas aprovechan la tarde para hacer un paseo a la fresca y con el sotragueig del cochecito parece que el pequeño se tranquiliza...; sea como fuere, otro buen consejo es estar preparado por cuando llegue el momento crítico. Por ejemplo, si sabemos que el bebé empieza a llorar a la hora de cenar, organicémonos para tener la cena hecha para podernos dedicar a él y no sufrir porque no podremos cenar hasta las mil.
- El reflujo gastroesofàgic
Otro motivo de preocupación frecuente son las glopades y los vómitos en los neonatos y lactantes, sobre todo cuando son frecuentes y copiosos.
La gran mayoría de casos son debidos de al que se denomina reflujo gastroesofàgic, y se explica por una inmadurez a nivel de la válvula gastroesofàgica, que la hace incompetente, de forma que el contenido del estómago sale propulsat a través de la boca con el mínimo esfuerzo (con un golpe de tos, al hacer el rotet, con la contracción de la pared abdominal, etc...)
Hay que saber que el 50% de los niños nacen con un cierto grado de reflujo que se mantiene a lo largo de los primeros meses de vida. Es decir, 1 de cada 2 niños hacen glopades y vomitan a menudo hasta los 6-8 meses.
La mayoría de estos niños que vomitan tienen un crecimiento normal, y son niños felices, es decir, siguen una curva de peso y talla normales, comen y duermen bien, no están irritables, de forma que los padres sólo se tienen que preocupar de tener muchos baberos y bastante roba de repuesto. No hay que hacer ninguna prueba complementaria, ningún tratamiento, ni utilizar fórmulas especiales, ni espesseïdors. Entre los 6-8 meses de vida, a menudo coincidiendo con la introducción de la alimentación complementaria, se observa una disminución de los episodios de reflujo, hasta casi desaparecer alrededor del año de vida.
Un pequeño porcentaje de los bebés con reflujo pueden desarrollar el que se conoce como enfermedad por reflujo gastroesofàgic y que se manifiesta con malestar con las presas y/o entre presas, pérdida de peso o no ganancia ponderal, y que es la traducción de la lesión de la mucosa esofàgica como consecuencia del reflujo. Este pequeño grupo de pacientes son los que tienen que recibir una atención especializada, en general, por el pediatra gastroenteròleg.
- Disquècia o estreñimiento funcional del lactante
Alrededor del mes o mes y medio de vida algunos bebés tienen dificultades para defecar. Los padres explican que antes hacía muchas caques durante el día pero ahora, a pesar de hacer muchos esfuerzos, mucho ruidos y sorollets, ponerse rojo como un pimiento muchas veces a lo largo del día y de la noche, y durante 3 o 4 días seguidos, no consigue hacer caca, a pesar de que cuando lo consigue las deposiciones son de consistencia líquida o semilíquida con grumos, como corresponde por la edad. Son bebés, que a pesar de este malestar, comen bien y se van engordando.
Esto es debido de al proceso de aprendizaje del acto de defecar. A esta edad empiezan a notar sensaciones a nivel de la zona rectal y anal, y no saben qué hacer con esta sensación, no saben si apretar ninguno adentro o ninguno afuera, o si tienen que relajar o contraer el esfínter anal. Por lo tanto, es un proceso natural que se resolverá de forma espontánea cuando aprendan a gestionar las sensaciones y a hacer los movimientos adecuados.
Cómo que es un proceso natural, no hay que hacer ningún tratamiento, sólo tranquilizar la familia y evitar las estimulaciones rectales y la manipulación del esfínter anal, que pueden entorpecer el proceso de aprendizaje. Por lo tanto, ni supositorios ni laxantes!
No obstante, si la situación se alarga más allá de los 6 meses, o aparecen síntomas de alarma, hará falta una evaluación más cuidadosa.