Enfadarse, la ira o tener rabia se consideran emociones negativas que se pueden sentir a cualquier edad. Estas emociones nos sirven para enfrentarnos a situaciones que consideramos injustas o que no estamos de acuerdo con ellas.
Enfadarse provoca cambios a la persona, como los fisiológicos y los cognitivos: nos aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y nuestro pensamiento se vuelve confuso (vemos las cosas poco claras), el que comporta que podemos actuar de forma descontrolada. Por ejemplo, agrediendo mediante palabras insultants o físicamente dando golpes y golpes de pie.
Cómo se manifiesta el enojo?
Esto dependerá de la edad y desarrollo del niño o joven. En la adolescencia se plantean varias situaciones que pueden provocar que los jóvenes se enfaden, como la presión social en las relaciones con amigos y compañeros, el deseo de ser más independientes de los padres, la presión en los estudios, etc.
[su_quote]Es importante que los padres estemos atentos a las primeras señales del enojo de nuestros hijos, para así podernos anticipar[/su_quote]
Ocho estrategias de prevención
1- Los padres podemos ser unos buenos modelos por nuestros hijos si nosotros aprendemos a identificar y gestionar positivamente nuestras propias emociones.
2- Favorecer la empatía. Saber ponernos en el lugar o mismo punto de vista de nuestros hijos. Por ejemplo, pensar cuando nosotros teníamos su edad, como nos sentíamos con la relación con nuestros padres y otros adultos.
3- Escucharlos y responderlos cuando se hayan calmado. Tenemos que ayudarlos a cambiar una emoción negativa a un otra más positiva. Esto también cuesta a las persones adultas.
4- Tener sentido del humor. Como padres nos ayudará a valorar las situaciones de una forma menos negativa.
5- Establecer rutinas programadas de las cosas que tienen que hacer o colaborar en casa, como bajar la basura, comprar el pan ... De este modo reduciremos posibles comentarios de rechazo y quejas para tener que hacerlo.
6- De acuerdo con su edad, los niños y adolescentes tienen que dormir las horas necesarias. El no hacerlo puede provocar, como también nos pasa a los adultos comportamientos irritables, sentirse con poca energía para estudiar, etc.
7- Hacer ejercicio físico. Practicar algún deporte que se los guste puede ser beneficioso para rebajar las tensiones y controlar el estrés.
8- Ser realistas y flexibles cuando se los fijamos horarios y tareas a hacer. Se los podemos flexibilizar el tiempo. Si se los cuesta cumplir los horarios pactados, una táctica buena es avisarlos 5 minutos antes para hacer o terminar el trabajo. Eso sí, tendrá que adaptarse a cumplir los horarios que antes habremos pactado con ellos.
A los hijos adolescentes se los tienen que dar las instrucciones claras y cortas, escuchándolos con mucha calma y paciencia y preguntar sin que tengan la sensación que los estamos interrogante.