Hoy hablaremos de los niños y adolescentes que, por su carácter o personalidad acostumbran a pasar desapercibidos. De ellos, nunca se habla y quizás haríamos bien de fijarnos más en sus calidades. Las personas que pasan desapercibidas, las invisibles, son un colectivo bastante numeroso. Nunca hablamos de ellos porque son discretos y no llaman la atención. En las aulas viven eclipsados por los compañeros movidos o especialmente charlatanes de quienes hay que estar pendientes a menudo... Por quien presentan alguna dificultad concreta de aprendizaje que tenemos que ayudar a resolver... O quienes sufren alguna situación personal, familiar o médica que requiere alguna intervención concreta a su vida en la escuela.
Pero entremedias de toda esta diversidad, siempre encontramos un grupo dentro de cada aula. A priori, no presenta ninguna dificultad concreta, ninguna problemática específica, ninguna capacidad extraordinaria ni ningún discapacitado que sobresalga respecto del resto. Ni nada que los haga merecedores de un trato o un seguimiento especial. Estos niños y adolescentes forman parte de un colectivo, generalmente discreto y prudente que puede pasar totalmente desapercibido curso detrás curso. Nunca son fuente de conflictos ni provocan ningún ajetreo.
Más sobre el perfil de los que pasan desapercibidos
Los maestros, los conocemos bien, porque afortunadamente están en nuestras clases año tras año, observando desde sus mesas como se desarrolla la vida de las aulas donde habitan.
Los reconoceríais enseguida porque tienen una manera de hacer muy especial: no acostumbran a quejarse demasiado, viven y dejan vivir, no quieren sobresalir, no provocan enfrentamientos, acostumbran a aceptar las reglas de los juegos al patio y las normas de funcionamiento del aula, hablan poco y acostumbran a hacer caso de las advertencias que se los hacen. No son alumnos modélicos porque cómo todo el mundo, también tienen carencias y limitaciones. Y aunque no son especialmente populares, tienen su grupo de amigos a quienes apoyan a y por quien se sienten ayudados. No siempre destacan por sus calificaciones académicas a pesar de que en general, transitan por una franja de corrección en sus resultados.
Protagonismo por los otros
En definitiva, son quienes acostumbran a quedarse en segundo término porque dejan el protagonismo a los otros.
Si creéis que vuestros hijos encajan en esta descripción, os podéis considerar unos afortunados. Hace falta que reivindicamos el papel de estas personetes que cada vez están en más clara minoría y que no siempre están bastante valorados.
En un mundo como el actual donde a veces nos cuesta ver más allá de nuestro propio ombligo, su discreción y su prudencia son un plus poco reconocido por el resto. Y a pesar de que a veces son tildados de ser personas grises, carecidos de fuerza o de empujón, bien es verdad que sin proponérselo, también serenan los ánimos, crean un buen clima de trabajo a las clases y contribuyen a hacer que las cosas rutllin. Y todo esto lo hacen sin ponerse medallas y sin llamar la atención.
Por lo tanto, si tenéis hijos con estas características, valoradlos fuerza. Ayudadlos a encontrar su lugar en la vida y a no sentirse inferior a los otros sólo porque no sean los capitanes del equipo de fútbol, los delegados de clase o quienes llaman la atención en cualquier ámbito en el cual se menean.
La valoracio de los maestros a los niños y adolescentes que pasan desapercibidos
Los maestros somos afortunados y los conocemos bien. Y valoramos muchísimo la tranquilidad que siempre aportan en el aula, aunque su manera de ser pase desapercibida que la de los otros. Así que si vuestros hijos pertenecen al grupo que pasa más desapercibido de la clase, animadlos, y hacedlos ver cómo es de importante también su postura a la vida. Tienen que entender que la discreción, la contención y la prudencia son valores tan valiosos como la valentía, el carisma o la facilidad de palabra. No los comparáis con quienes más destaca. Dadlos la voz que a menudo se quedan los otros y, sobre todo, enseñadlos a no dar poder a quienes no se lo merece.
Y si el que queréis es fomentar una actitud más discreta y prudente en vuestros hijos, aquí tenéis los puntos fuertes de las personas que hacen de estas calidades su manera de vivir:
- No participan de las críticas a los otros.
- Observan antes de hablar.
- Saben expresar opiniones y no juzgan las de los otros.
- No explican nunca un secreto o confesión de un tercero.
- No llaman (porque no le hace falta)
- No dan consejos gratuitamente.
- No dicen groserías, ni tratan nunca con desprecio a quien piensa diferente.
- No acaparan las conversaciones.
- Analizan las cosas antes de decirlas.
- Nunca comparten información otros sin pedir permiso.
Lástima que la discreción, la prudencia y la introspección hayan sido siempre unas calidades tan infravalorades.