Un algoritmo dotado de inteligencia artificial es capaz de analizar textos, imágenes y patrones de actividad de los usuarios de Twitter para detectar conductas de riesgo de suicidio. Este es el proyecto que capitaneja Ana Freire, doctora en Informática, docente e investigadora a la Universitat Pompeu Fabra, con la colaboración de psicólogos y psiquiatras del Hospital Parc Taulí y el Centro de Visión por Computación de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El algoritmo pretende detectar el malestar extremo e intervenirlo para evitar conductas de riesgo a través de las redes sociales. Y es que los adolescentes y los jóvenes son los colectivos con más riesgo de suicidio.
Freire empezó a desarrollar esta tecnología viendo la nota de suicidio que una chica norteamericana colgó a Facebook. En ellos explicaba su intención de suicidarse después de compartir aquel escrito y aunque sus amigos reaccionaron escribiéndole y avisando a la policía, no llegaron a tiempo. Con este detrás fundes la docente pensó que se podía evitar si se conseguía detectar el riesgo de conducta suicida a través de los mensajes que los jóvenes comparten en las redes sociales con el objetivo de aprovechar la gran cantidad de datos que ofrece Twitter y aplicar la inteligencia artificial para crear un algoritmo.
Se analizaron en miles de ciertas palabras, imágenes en varios tuits para localizar signos de depresión cómo el insomnio o la falta de interacción social y asesorada por psicólogos y psiquiatras filtró los que tenían más riesgo para extraer los rasgos comunes en todos ellos.
El algoritmo registró un acierto del 85 % de los tuits, pero la investigación se encalló por la ley de protección de datos. Por eso, aprovecharon el conocimiento del algoritmo para identificar grupos de riesgo y a través de una campaña a través de Instagram y Facebook apareciera como anuncios en que se los dirigía a teléfonos de prevención del suicidio.